La venta implica una negociación.
La negociación implica una búsqueda de beneficios.
El negocio ideal es en el que ambas partes resultan beneficiadas.
El beneficio implica una concesión especial, algo más de lo que el resto obtiene.
Para que alguien obtenga un beneficio alguien debe salir afectado, puesto que el trato especial a alguien implica el descuido a otro.
Por lo tanto no existe un negocio donde ambas partes puedan salir beneficiadas.
Entonces el negocio ideal no es en el que ambas partes resultan beneficiadas, sino en el que ambas partes creen resultar beneficiadas.
Se podría proponer que el negocio perfecto es aquel donde ambas partes creen resultar beneficiadas pero en realidad obtienen un reparto justo de los beneficios.
Para que alguien crea resultar beneficiado sin serlo en realidad se necesita que suceda una de dos cosas: Que la otra parte le engañe, o que se engañe a si mismo.
Por lo tanto en un negocio ideal ambas partes serán engañadas, preferentemente en el mismo grado.
No solo se venden productos y servicios por dinero. Se cambian ideologías, hay un trueque de imágenes y posiciones sociales, valores, compra venta de momentos, seguridad, placer, admiración, sentimientos…
Parece que toda actividad que implica a dos seres humanos implica un intercambio.
Cada intercambio puede manejarse como una venta.
Vivimos todos los días con frases como “el que no enseña no vende”, “le vendí la idea”, “no te voy a comprar esa excusa”, “se supo vender”. Vivimos vendiéndonos y comprando a otros.
Si vivimos vendiéndonos y comprando a otros, y cada venta implica un engaño, entonces vivimos engañados y engañando.
El conocimiento implícito de estas reglas por parte de cualquier individuo social hace que genere un natural rechazo a la “verdad” que se le presenta.
El individuo espera ser engañado y trata de desenmascarar ese engaño para obtener un beneficio real.
Cualquier individuo que trate con él sabrá que está tratando de desenmascarar su engaño, por lo que preparará un engaño nuevo que envuelva a ese individuo y le permita obtener el beneficio para él.
Es socialmente aceptada la mentira. Se da por hecho que se inflarán las cifras y maquillarán las realidades. Un buen negociador sabrá ver a través del engaño y conseguir beneficios reales.
Por repetición, se ha implantado la falsedad como un hecho. Cada realidad presentada se presupone falsa y exagerada.
Si se llegara a presentar una oferta objetiva de todos modos sería considerada como falsa y exagerada.
Por lo tanto presentarse así implica una desventaja con respecto del resto.
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Estoy un poco harto… nunca me han gustado las ventas, y no soy bueno para vender.