domingo, diciembre 04, 2005

en el aire

Llevaba demasiado tiempo deambulando con los ojos y el corazón abierto. La mente se abrió con lentitud, calculando, midiendo. Después de tanto análisis el resultado era claro: imposible de lograr, causa perdida.

Quedaban entonces dos posibilidades: renunciar o rebajar. Renunciar conllevaba demasiadas implicaciones, era más un suicidio que un cambio de planes. Rebajar resultaba todavía peor, porque en lugar de una muerte terminaba siendo una autocondena a cadena perpetua. En un juego en el que las dos posibilidades resultan fatales lo único que quedaba era postergar la decisión lo más posible. Tomó una moneda en blanco y la llenó de palabras rimadas. Sin darse cuenta puso de un lado la esperanza de manos del Uruguayo, y del otro una colección de dolor en Argentino. La moneda fue girando todo el camino y un poco más. Quería prolongar todo lo posible ese último volado… cuando se detuvo, dejó la moneda donde calló y siguió caminando sin verla.

Las medias luces nunca le han favorecido, toreando a los espíritus etílicos mantuvo, como siempre, su guardia alta, la mente alerta y el cuerpo tenso. No había motivo para perder el control, solo había dos posibles soluciones y ya las conocía.
Unas palabras de rutina, o imposible o insípida, ¿quién sigue? Más palabras, dos sonrisas, la primera le borra lo insípida, la otra lo imposible. Unos ojos profundos también sonríen. Más palabras, más sonrisas, más miradas. Él empieza una colección, quiere conservar, en orden de importancia, cada gesto regalado. El orden coincide con el orden cronológico.
Sospecha que todo sucedió dentro de él, acompañado por notas ininteligibles de ritmo pegajoso. ¿Fueron dos compases? ¿fue solo el cambio de un bit a otro? Él sospecha un tiempo que podría variar entre dos segundos y una eternidad, ni más ni menos.
Un soplo de viento le sorprende cuando llega cargado de palabras que sabe que eran para él, sabe que las escuchó todas, y no las puede ordenar. Un abrazo repetido sella todo: dos historias diferentes vividas por dos personas diferentes, en diferentes velocidades y con diferentes intensidades, y que por supuesto fueron una sola.

Recobró la conciencia cuando su moneda trataba de abofetearlo. “la moneda calló por el lado de la soledad” fue lo que él pudo leer… dejó que terminara su frase, tomó la moneda y sin arrojarla al aire le dio la vuelta y leyó (escuchó) “calma, todo está en calma, deja que el beso dure, deja que el tiempo cure, deja que el alma tenga la misma edad que la edad del cielo”… No podría el azar elegir mejor que él…
Y no podía sentir más placer que el descubrirse tan errado en sus cálculos.
gacias, gracias, gracias, porque no hace falta nada más y está una vida por delante

1 Comentarios:

Blogger Azu dijo...

Wow... me he quedado sin palabras... me encanto este post, de verdad que si...

6:14 a.m.  

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