viernes, diciembre 31, 2004

Cuento del Ángel

Yo nací de mujer. No había nada que indicara que yo pudiera ser algo especial, algo diferente. Conforme fui creciendo me di cuenta de que había algo más, que yo no era como los otros niños, yo tenía un destino que cumplir, yo fui puesto en el mundo con una misión. ¿Por que no la recordaba? No lo se, pero al ir creciendo me fue quedando más claro que yo soy un ángel, un ángel guardián, de los que se supone que todos tienen uno, invisible, chiquito, que intercede por su causa y les echa la mano cuando se amerita. La verdad es muy diferente, no soy invisible ni chiquito ni tengo poderes superiores a los de cualquiera. Lo que tengo es una responsabilidad, un trabajo, y un cosquilleo que me indica cuando mi misión termina y tengo que ir a buscar otra, porque tampoco estamos atados a una sola persona, a veces nos quedamos con alguien una semana, un mes, un año, varios años. Pero tarde o temprano sentimos la cosquilla en la nuca y sabemos que es el momento de movernos y buscar una nueva necesidad en los seres humanos.
Me aficioné a la comida de la gente, no se si la necesito para vivir, nunca he tenido la necesidad de dejar de comer ni el morbo para hacer el experimento. Eso si, tengo una necesidad que parece que no tienen los humanos, necesito otro tipo de “comida” para sobrevivir, y ese alimento es la gratitud y el placer de ayudar, si no estoy trabajando para algún humano siento que me debilito, y me voy consumiendo poco a poco…
En mi vida, desde que me di cuenta de lo que soy, me ha tocado cuidar personas muy interesantes y muy diferentes, alguna vez a una mujer que no tenía en quien vaciar su ternura, otra vez a un anciano que necesitaba paciencia, otra a un grupo de varios niños, alguna vez cuidé a una niña que creía merecerlo todo pero necesitaba más ayuda de la que podía pedir, alguna otra vez ayudé a una familia a no colapsarse. También he tenido trabajos menores, quitar o poner una piedra en el camino, evitar que tres ancianas caigan en un charco, detener un taxi… esos trabajos son como una botana, no llenan mi alma pero la refrescan y la mantienen lista para cuando llega el plato fuerte.
También he tenido ratos solitarios, sin nadie a quien cuidar, sin cosquilleo en la nuca por bastante tiempo, pero tarde o temprano siempre aparece una misión más y alimento para mi espíritu.
En los últimos días he tenido mucho tiempo para pensar, ando desempleado, y me puse a reflexionar sobre los ángeles y los humanos. Yo no sabía que era un ángel cuando era niño, quizá existan más personas que en realidad son ángeles y no se han dado cuenta. Los ángeles somos mucho más humanos de lo que los humanos creen, con cuerpos, sentimientos, fatigas, debilidades, justo como los de ellos. Si los ángeles somos más humanos de lo que se cree, también hay muchos humanos que son mucho más angelicales de lo que parece, que entregan su tiempo y hasta su vida por la causa de sus congéneres. Quizá ellos mismos fueron ángeles y nunca lo supieron, vivieron su vida trabajando sin darse cuenta de que era su misión en la vida, y que si no la hubieran cumplido, habrían muerto de tristeza al no poder alimentarse con felicidad.
Me puse a pensar, porque estoy triste y necesitado, que yo podría también necesitar un ángel guardián. Recé por encontrar uno, mientras sigo sin trabajo y se acumulan meses de debilidad y lenta evanescencia. Nunca me había preguntado si los seres humanos sienten algo cuando llega su guardián, ¿Cómo lo identificarán? O simplemente se les deja gozar del apoyo de un ángel sin darse cuenta en realidad de lo que se les está regalando…

Rezo todos los días, por que venga mi ángel, y para sentir de nuevo el cosquilleo que se siente al encontrar a un nuevo humano necesitado. Cualquiera de las dos me sacará de mi crisis, no se cuanto pueda aguantar sin desvanecerme, cuando paso por la calle la gente parece no notarme y yo los veo borrosos… Por favor… denme la posibilidad de seguir viviendo, mándenme un ángel, mándenme una misión…





Te veo, y siento el cosquilleo en la nuca, ¡por fin has llegado! ¡por fin una nueva misión!
¿Tendré la fuerza para levantarme, darte algo bueno y volver a vivir?

Me pregunto esto mientras eres tú quien se acerca, me tomas la cabeza, me besas la frente y me abrazas con una ternura sobrenatural, que ningun humano podría dar… ¡Eres un ángel!

Que infinito placer..
que mi misión ahora sea cuidarte a ti, a mi ángel guardián.

2 Comentarios:

Blogger +oRLy+ dijo...

*suspiro*
...
*lagrima*
...

kompartamos
un
silencio...

11:06 p.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Es bueno saber que crees en angeles, porque sí, si existen y como bien dices, entre nosotros se pasean angeles humanos que dejan un dulce sabor y para colmo solo pasan por nuestras vidas una sola vez.
z93

10:50 p.m.  

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