domingo, mayo 15, 2005

Concierta Soledad

Fue mi tiempo de ser fantasma, rodeado por más de cien mil personas y totalmente solo, dichosamente aislado… mi cuerpo físico fue atormentado por la lluvia y por el tiempo de pié sin poder moverme. El cuerpo mental escuchaba conversaciones ajenas, buscaba conocidos entre la multitud y contaba el tiempo. El cuerpo espiritual estaba en pausa, un éxtasis preventivo, un gozo preliminar a lo que se viviría.
Nadie me ve, nadie me oye, puedo dejarme ser en mi estado más puro, más libre, independiente… Aparece el invitado, se vuelve imponente el silencio de cien mil personas que esperan recibir un mensaje (al menos yo lo espero, y supongo los demás vendrán por lo mismo). La comunicación es instrumental al principio, guitarra, tres, contrabajo y flauta, después de una introducción que aumentó la expectativa llegó otra guitarra con la anhelada voz y como yo estaba solo, solo me hablaba a mí.

Me contó muchas historias, tantas que no pude quedármelas todas, solo las más importantes o las más trascendentes. Me hablo de soledad, y mis primeras lágrimas se derramaron al ver el cielo buscando a Casiopea, después de estar cumpliendo por un millón de años ese plan que se supone fue hecho para mi… esperando el mundo mejor, el propio, a mi gente… lloré con mi libertad de fantasma, imaginé, como siempre imagino, que un día llegarían esos hermanos que me explicarán el por qué de mi misión, me acogerán y llevarán a ese lugar donde no puedo cuestionar más, al lugar donde soy.

Poco después, mientras interiorizaba mi pasado, en palabras recuerdos, acciones e intenciones, me sorprendió que él se preguntara también a donde van, y coincidí, sí flotan eternas, y sí se acurrucan contra las rendijas del pensamiento. Todo lo que fue sigue siendo de ese modo, aunque tan lejano a veces que parece que fue vivido por alguien más… Me llené de recuerdos del pasado, algunos que parecían olvidados aparecieron de pronto, dejándome la sensación y la certeza de que hay demasiado que ya olvidé, o que no puedo recordar… me remonté al pasado, lo volví a sufrir y gozar, y me pregunté, ¿a dónde va? o ¿a dónde fue?... lloré.

Entonces me habó de ese hombre, y recordé, recordé pasado y presente próximos, y recordé a quien por dichos o por hechos es amado y alabado tanto, recordé que nunca pude hacerle llegar la advertencia que me llegó a mí… cuídate de ti, porque hay un placer perverso en creer merecerlo todo… cuídate de ti, porque el mismo don que te levantó puede ahogarte en lodo… más de una sensación me recorrió…

Una pequeña serenata diurna, cuando moría la noche, volvió a romper con mi entereza, la esperaba, me había preparado para esa serenata, recordando que pedir nada o casi nada nunca es lo mismo aunque sea igual… morí y me rehice, fui un hombre despierto… y la voz se me cortó al gritar que soy feliz… mientras se formaban, a mi derecha, los muertos de mi felicidad, y a la izquierda los que me mataron para obtener la suya… grité, esta vez para mis adentros: -perdóname-, con su imagen muy clara, más buscando perdonarme a mi mismo que su respuesta, seguido de un –te perdono-, también con clara imagen y también importándome más mi respuesta que la suya…

Poco a poco, conforme pasaban los minutos y las historias, lo más grande de mi salió a volar, fui un héroe épico, vencedor en un sueño con serpientes, tan puro que no pudo matarme el veneno que traía en mis entrañas desde hace tanto tiempo, tan fuerte que pude decir la verdad, mi verdad desde dentro del reptil y destruirlo… El héroe que fui se volvió el elegido, recordé mi pasado saltando de planeta en planeta en busca de agua potable, de vida, de algo semejante que fuera agradable… querible… besable… amable… recordé los momentos en que lo encontré, y también aquellos en que mi cabeza se llenó de cristales molidos… A diferencia del héroe de la historia que escuchaba, me di cuenta de que no he comprendido nada sobre guerras, me sentí bien, agradecí esa ignorancia que mantiene mi ilusión… Y rogué por seguir el buen camino, y por nunca ceder a la tentación de esa silla, por más cansado que esté, por más que los zapatos estén gastados, ojala nunca me termine por sentar…

Tuve una cita con ángeles, vi caer el papalote y la infancia con él, le grité que tome de mi todo, ya que el sol no da de beber, me di una canción, con las dos manos, sin defensa, como doy el amor, perdí lo más mío, un único unicornio azul, que también perdieron mis cien mil compañeros, escuché mi propio réquiem también dedicado a ti, me fui lejos a un dulce abismo, cuestioné mi derecho a decidir la historia de los demás, y opté por dejar que cada quien escriba la suya, como la de los hombres del Playa Girón, confronté mis emociones, que ojala se callaran pero nunca lo querré…
Entre lágrimas con letras e instrumentales me despedí de mi momento dejé fluir mi mente ante el canto de la flauta… mis propias historias se entrelazaron con las escuchadas… no tuve con quien compartirlas más que conmigo… fueron minutos, horas de espuma… que cuando terminaron de ser ya no eran… mi historia fue una roca… y el canto arena

2 Comentarios:

Blogger Azu dijo...

Silvio Rules, my dear!! que bien que fuiste al conciertooooo, me hubiera encantado estar ahí. Silvio se traduce en magia cuando lo escuchas, te eriza la piel y te transporta a una infancia perdida, a un tiempo que ya no es y a un presente que se vive con mayor intensidad. Que bueno que lo disfrutaste tanto!

9:40 a.m.  
Blogger Armando dijo...

Faltó hacer vínculo en la palabra "Fantasma" a la rola ídem...

7:04 p.m.  

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