martes, marzo 15, 2005

Mascarada

Otra noche de suspiros, ahora patrocinada por ti.

La comunicación no fue verbal, llegaste antes que yo. Podría pensar que estabas preparando el escenario. Esa sonrisa no podría ser natural, tan fuerte, tan directa, tan expresiva, tan acogedora… Pero lo era… y me la dedicaste sin siquiera conocerme.
Ante ella todo esfuerzo mío resultó torpe, traté de devolverte al menos la décima parte de esa sonrisa, traté de darte un “gracias” con mis ojos.

La noche y la gente nos mantuvieron lejos uno del otro, y las palabras que se cruzaron fueron viles excusas para seguir mirándote sonreír, para ver como brincan tus ojos como jugando y dándole sentido y belleza a todo lo que ves, y cada vez que alguien te llamaba se volvía una excusa para verte fluir, para moverte con la naturalidad de quien simplemente respira.
La noche fue larga y corta, tus apariciones esporádicas y si no se dio el momento de las palabras fue porque ambos nos alimentamos de esas sonrisas tuyas y mis intentos de respuesta.

Otra noche de suspiros, ahora patrocinada por ti, por tu memoria y por la creciente posibilidad de que vuelvas a aparecer.

Suspiro: un buen motivo para meter aire a los pulmones

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