miércoles, diciembre 01, 2004

El “postepílogo” (o como quiera que se llame eso)

¿Tragarme mis palabras?
A ver a que saben…

Voy a hablar de los atajos,
Estamos viajando en una carretera, es de noche y hay mucha prisa (en esta carretera siempre hay mucha prisa). De pronto, mi acompañante me dice, ya no llegamos, aquí hay un atajo, confía en mí, tómalo… y me salgo de la carretera a un camino de terracería…
Sigue siendo demasiado tarde y sigue faltando mucho… toma otro atajo, confía en mi…
Y lo tomé, un camino más chico todavía, de un carril y de doble sentido, ojalá no venga un camión de guajolotes. ¡Sigue siendo tardísimo!... y me lancé campo traviesa… y así fue la aventura, atajo tras atajo y el “confía en mi” como premisa… Me remonto a hace unos días, cuando por fin terminaron los atajos… estaba circulando por una ciénaga neblinosa, esquivando pozas y uno que otro árbol, “confía en mi… se muy bien por donde voooooooooooooooooooooooooy”

- Un barranco….

Y me voy cayendo mientras todos los atajos pierden su validez: siento que ya hubiera llegado por el camino pavimentado, en realidad no sabía por donde iba, mi coche ya valió para siempre, a ver a donde demonios caemos… y que se pudra para siempre el “confía en mi”…

No era un barranco corto… caímos, caímos por… que será… dos semanas…
Imagínense lo que se puede llegar a blasfemar durante una caída de dos semanas… pensé que me había caído al fin del mundo o algo así… hasta que solo se escuchó una palabrita…

“aquí”

y mi coche cae al suelo, con el eje torcido, los vidrios rotos, las llantas ponchadas…
cuando se disipa el humo y logro salir del vehículo, me doy cuenta de donde caímos, varios kilómetros adelante y perfectamente en ruta…
Al final de cuentas llegamos a donde íbamos, y por eso me voy a comer dos semanas de blasfemias…

Mi coche está arruinado, y eso no lo quita nadie… me duele el cuello y otras partes del cuerpo, pero aquí estamos…

Cada quien toma su camino ahora, tú ya te encontraste una moto de oferta y sales dentro de unos minutos, yo estoy esperando a que el mecánico arregle mi coche. Aquí nos separamos además… tu sigues por la izquierda y aquí yo doblo a la derecha, fue un placer compartir las aventuras de la carretera contigo, y después de dos semanas de caída, que bueno que los dos avanzamos en nuestro camino y no terminamos en un precipicio sin sentido…



El post postepílogo
Gracias también por dejarme lana para las reparaciones… ¡El mecánico dice que con un poco de suerte mañana salgo a carretera de nuevo!

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